El efecto «hype extremista». Es un término que me he inventado aunque no sé si existe o hay alguien que ya lo ha nombrado de alguna manera, y lo defino para aquellas personas en las que no hay término medio en su opinión, es decir, que le gusta algo demasiado o nada. O es un diez o un cero. Es lo mejor que has visto en el año (o en la historia) o es lo peor que se ha hecho jamás. Blanco o negro. Real Madrid o Barcelona. Coca cola o Pespi. Sí o no. Es aplicable a cualquier cosa de nuestras vidas pero cada vez lo veo más en el cine y en la crítica de internet.
Crítica 2.0. Otro término que no sé si existe, supongo que sí, en la que considero a aquellos que opinan sobre algo en redes sociales, blogs y foros. Porque gracias a internet cualquiera puede crearse una cuenta en Twitter, Facebook, Instagram, Youtube, un blog o en un foro en cuestión de minutos y hablar de lo que quiera. Y puede tener más, menos o el mismo valor que cualquier experto en el tema.
Cada vez que entro en las redes sociales, blogs, foros o estoy en algún festival siempre me encuentro con personas que padecen el efecto «hype extremista». Supongo que algunos lo harán porque les ha parecido así. Luego están los que lo hacen para llamar la atención, que así puede estimular la curiosidad del lector y conseguir más visitas (el número de visitantes, sobre todo en webs de cine, otro mal del que hablaré en otro artículo) o simplemente a hacer daño por distintos motivos (personales, profesionales,…). Despúes tenemos a los que siguen la corriente, que al ver que muchas personas, por un motivo u otro, alaban o despotrican sin piedad y, para no quedar mal, deciden unirse y elevar a los cielos o quemar en el infierno a un director, película o actor/actriz.
De los primeros no tengo ningún problema porque todos tenemos una opinión y hay que respetarlas, nos guste o no. De los terceros me parece muy triste porque no tienen personalidad pero si son felices así, no seré yo el que les quite la ilusión de continuar por ese camino. Y los de la segunda corriente, son los que más temo y a la vez indigna: temo porque no son objetivos, sólo buscan el morbo y porque perjudica al resto que estamos hablando de cine y logra que nos metan a todos en el mismo saco.
Esta segunda «especie» es como la maruja/cotilla que todos tenemos en nuestro barrio, edificio o calle. Da igual lo bien o mal que lo haga una persona que la maruja/cotilla va a hablar de maravilla o rajar de lo lindo sin motivo alguno. O con motivos aunque lo elevarán todo al cuadrado para que parezca mejor o peor, siempre suele ser más negativo que positivo. No los considero «troll» porque éstos se lo trabajan para ser graciosos. Las marujas/cotillas no, sólo buscan hacer daño o sacar tajada. Sólo hay que ver lo que sucedió con el Festival de San Sebastián 2015 con «Regresión», donde casi toda la prensa la hundió en la miseria pero que, curiosamente, en el pase del público hubo hasta aplausos. No era tan mala como parecía. Algo parecido sucedió con «Autómata» en la 62 edición del mismo festival. Pero ambas cintas acudieron semanas después al Festival de Sitges o llegaron al gran público y hubo más consenso, más malo que bueno pero no tan extremista.
No digo que esta gente sea capaz de tumbar una película, director o actor/actriz, por el momento y por suerte en España no, pero sí logra afectar al resto de espectadores que lee sus opiniones en su hype, logrando que la película que la ponían por las nubes no sea para tanto ni el film que era «un ladrillazo» sea tan mala como parece. Sé que ir a un pase de prensa de un largometraje, ya sea celebrado por una distribuidora o un festival de cine, y ver una película antes que nadie motiva a la hora de valorar y afecta, para bien o para mal, cuando escribes un tuit, post o comentario. Pero hay que ser lo más objetivo posible, señoras y señores. No recuerdo de quién lo leí pero alguien dijo que «de las opiniones de los festivales hay que bajarle un punto si es muy positiva o subirle un punto si es muy negativa» y estoy completamente de acuerdo. Hay que pensar en frío antes de opinar. Si hay una cinta que te ha parecido mala, pues se dice. Si te ha parecido buena, se dice. Y si te ha resultado regular, pues también se dice. Pero no hay que engañar al lector. Me ha pasado más de una vez de estar en una sala donde he escuchado aplausos sin motivo aparente, risas forzadas a chistes que no son tan graciosos o abucheos porque no les gusta el actor o la actriz (que eso no significa que lo haga bien o mal, sino por motivos políticos o porque no les cae bien). A veces son gente de las propias distribuidoras, productoras o gente de la película que están ahí para animar a los de la prensa para influenciar afirmativamente. También los hay para hacer el peloteo a sus colegas que están en el film o porque hacen un cameo y, claro, no puedes hablar mal en público ya que sales en ella pero sí lo haces en privado, o para quedar bien delante de otros y no estar a contracorriente.
Os recuerdo que estamos en España, el pais donde la envidia y echar mierda sobre los demás está a la orden del día, nos guste o no. Y más en la industria del cine. Mi paciencia se ha acabado con este tipo de personas que sufren el efecto «hype extremista». Ya me han fastidiado alguna que otra película por sus mierdas de opiniones. Sí, es cierto, en parte es culpa mía por hacerles caso pero es difícil no caer en la tentación el no leerlos si te salta sus mensajes. Y por esta razón los estoy dejando de leer en blogs y foros y de seguir en redes sociales. Y es lo que os recomiendo a todas y a todos. Dudo que entren en este post, y más para leerlo, pero si sufres este efecto, por favor, haznos un favor y háztelo a tí mismo: sé honesto en tus opiniones.